viernes, 30 de marzo de 2018

Primavera, Semana Santa e ironías de la vida

Dicen, cuentan y comentan que ya es primavera, pero el día que se supone que empezó me encontré nada menos que con esto:


Menos mal que los suizos están bien preparados para casos como este (en verano no hay aire acondicionado ni en los bancos, pero lo que es con la nieve....)











y allá va el cartero con su motillo eléctrica, que es la mar de chula y ni contamina ni hace ruido

 















Aunque el mayor contaminante y colaborador en el cambio climático, que da lugar a que en invierno haga calor y la primavera aparezca de esta manera es la cría de ganado, productora de enormes cantidades de gas metano, contaminadora del aire y las aguas, y responsable de la destrucción de las selvas para el mocultivo de pienso para el ganado (del que el único que sale ganando es el que se embolsa el dinero, y no precisamente los protagonistas = vacas, cerdos, pollos...).

Al mismo tiempo una de mis plantas de interior, esforzándose por demostrarme que sí, que ya es primavera, asomó una puntita de su primera flor (esta planta es que es un encanto, parece que tuviera alma y me alegra la vida cada vez que la miro)

Mira que mona ella y cómo se esfuerza

Bueno, pues en vista de que se aproximaba la Semana Santa (que aquí no es tan fervorosa como en Málaga, sino que se dedican a pintar huevos, comer huevos, consumir huevos por un tubo, de los de verdad y de chocolate, todos manchados de la sangre de los polluellos que han "tenido" que ser triturados vivos para que en Semana Santa la gente tenga "muchos huevos"), pues me fui a mi casita de las mariposas, ya lo conocéis no? 

El camino fue de lo más variopinto:



y cuando llegamos nos encontramos con esto:
 
















con esto: 


y con esto: 


sí, efectiva y desgraciadamente es lo que parece: una caseta de las que usan los cazadores para asesinar sin ser vistos, y está nada menos que ¡en mi huerto!. ¿No es una de las mayores ironías de la vida? 

La puso el vecino, se cargó a cinco jabalíes, cayó una nevada de 80 cm y no le dió tiempo de quitarla antes de que llegáramos. Y ahí está, me han entrado ganas de convertirla en leña, de hacerle pintadas con colores chillones (para que a los animales no se les ocurra asomar ni el hocico), de clavarle las ventanas y escribir "zona libre de asesinos" (por no poner: "métete el tiro por el culo"), pero mientras esté en mi campo sé que los animales están a salvo.

La convivencia en el campo es difícil, los condicionamientos son muy fuertes y puedes considerarte muy, pero que muy afortunado si te respetan a pesar de ser vegano. El vecino vino a disculparse, aunque no era consciente de que el mayor daño se lo había hecho a los jabalíes y no a nosotros. Seguramente le jodió que viniéramos antes de lo previsto y que la nieve le impidiera quitar su refugio de matar, pero su disculpa era al mismo tiempo un interés en mantener una relación armoniosa con nosotros, aunque tengamos un punto de vista muy diferente ante la vida. 

Y aquí tenemos la Semana Santa, cada uno celebrándola a su manera, con las incoherencias que conllevan las tradiciones, "rogando a Dios" por un lado y "dando con el mazo" por el otro. Celebraremos que nace de nuevo la vida, que el campo se viste de flores y los bosques se llenan de cantos de pájaros, usaremos símbolos como los huevos y los conejitos para alegrarnos de que pasó el invierno y la naturaleza renace una vez más, y a su vez destruiremos y nos comeremos esos huevos, esos conejos, esa vida.

Yo hornearé mis conejitos de Pascua y celebraré que hace ya 23 años decidí dejar de comerme a los demás

Mientras tanto han empezado a salir florecillas en mi campo, desafiando a la nieve y el frío, ansiosas de vivir y expresar toda la alegría escondida en las pequeñas cosas.




 ¡¡ Felices Pascuas a todos !!

y no paséis mucho frío


lunes, 19 de marzo de 2018

Bizcocho vegano de limón, limón

Después de un invierno muy movidito, ya estoy de nuevo por aquí.

Y es que poco antes de Navidad me dió la picá del punto, ¡vicio total!, no os lo podéis imaginar, y desde entonces he hecho dos mantas, dos cojines y dos gorras, todo a pares, como la varas de nardo, a cual más chuli, que no es por fardar, pero me ha quedado muy bonito todo, ya os lo enseñaré en otra ocasión, que hoy toca receta, aunque antes os echaré mi rollillo particular de turno.

Pues este invierno, aparte de cambiar la cocina por el punto, hacer dos tartas  para los correspondientes cumpleaños, aunque no cumplí 22 (¡qué más quisiera!, ja, ja...), dedicarles un poquito de tiempo a nuestras madres (que poco a poco te das cuenta de que quisieras pasar más tiempo con ellas) y algunas cosillas más, he estado dandole los últimos toques a un proyecto muy bonito que tengo entre manos y que espero poder presentaros pronto.

Y ahora ya sí que no me enrollo más y  vamos a lo que vamos. 


Después de las tartas maravillosas que se ven últimamente en facebook (el no va más ha sido una tarta arco iris con piñata de lacasitos dentro, una pasada), pues he decidido traer por aquí recetas de bizcochos simples de toda la vida, de esos que no son especialmente vistosos pero gustan a todos. Hoy vamos con un bizcocho esponjosito para los amantes del limón, limón (y sí, lleva DOS  limones).

Y aquí va la recetilla:
 
250 gr harina integral de espelta
2 cucharadas de linaza molida + 4 cucharadas de agua
2 limones ecológicos
40 gr aceite de oliva
60 gr xilitol
200 gr leche vegetal
1 cucharada de levadura (12 gr)
1 pizca de sal
Xilitol molido para decorar.

Batimos la linaza molida con el agua y dejamos reposar.
Mezclamos la harina con la levadura, la sal, la estevia, el xilitol y la ralladura de los dos limones (al rallar los limones hay que tener cuidado de no pillar parte blanca, porque si no saldrá el bizcocho amargo).

Con la batidora trituramos uno de os limones al que habremos quitado la parte blanca y las pipas para que no amarguen.

Mezclamos la linaza molida con el aceite y batimos bien. Añadimos la leche y volvemos a batir.

Incorporamos el limón triturado y la mezcla de linaza, aceite y leche vegetal a los ingredientes secos. Mezclamos con una espátula procurando no batir.

Vertemos la masa en un molde alargado previamente engrasado y enharinado y lo metemos en el horno precalentado a 180° durante 35-40 minutos. Hacemos la prueba del palillo y dejamos enfriar.

Una vez frío lo desmoldamos y con la ayuda de un colador lo espolvoreamos con xilitol molido. 

También se puede cubrir de un baño de xilitol molido con un poquito de limón, pero suele quedar demasiado dulce y pierde la gracia del profundo sabor a limón, limón (ese que pone los dientes laaaargos). 

Truqui: Para darle el colorcito amarillo podéis echarle un poquito de cúrcuma 



Rezept auf Deutsch

Ein leckerer lockerer Kuchen für Zitronenliebhaber.

250 g Dinkelvollkornmehl
2 EL gemahlene Leinsamen + 4 EL Wasser
2 Biozitronen
40 gr Olivenöl
2 x Tsp Stevia
60 g Xylit
1 EL Backpulver
1 Prise Salz
200 ml Pflanzenmilch
Gemahlener Xylit für die Deko

Backofen bei 180°C vorheizen.

Leinsamen mit Wasser schlagen und ruhen lassen.

Zitronenschale vorsichtig reiben, sodass man den weißen Teil nicht erwischt, da der Kuchen sonst bitter wird.

Mehl mit Backpulver, Salz, Stevia, Xylit und geriebenen Zitronenschale gut vermengen.

Bei einer der Zitronen die Körner und den weißen Schalenanteil komplett entfernen und die Zitrone mit dem Stabmixer pürieren.

Öl zusammen mit den Leinsamen verrühren. Milch hinzufügen und weiter mischen.

Pürierte Zitrone und Leinsamenmischung zu den trockenen Zutaten geben und mischen ohne den Teig zu schlagen.

Teig in eine Kastenform geben und im vorgeheizten Backofen ca. 35 - 40 Min. backen. Stäbchenprobe machen.

Kuchen abkühlen lassen. Danach gemahlenen Xylit mit einem Sieb über den Kuchen streuen.

Man könnte den Kuchen auch mit  einem Zuckerguss aus gemahlenem Xylit und etwas Zitronensaft überziehen, aber er wird zu süß und der intensive Zitronengeschmack wird überdeckt.