Parece que ya ha entrado la primavera (incluso por estos lares suizos) y si altera la sangre o no, no lo sé, pero lo que sí entran es ganas de salir al campo y hacer excursiones, y nada mejor que estas tortitas para llevar en la mochila, aunque son muy versátiles y se prestan también muy bien para pic-nics o simplemente para picar, solas o acompañadas de queso vegano untable, patés o veganutella (prometo publicar próximamente la receta perfecta de veganutella).
No os aconsejo que os las comáis a deshoras en el trabajo ni os las llevéis al cine o un concierto de música clásica (aunque en los conciertos de música clásica no se come, se va a escuchar música), porque son sumamente crujientes y hacen crack, crack.
Y así se hacen:
100
gr granos de avena
50
gr soja entera
200
gr harina integral de espelta (se puede sustituir por arroz u otro
cereal sin gluten)
100
gr trigo sarraceno
2
cucharaditas de sal
30
gr pipas de girasol
2
cucharadas de aceite de girasol
375
ml agua
Con
el molinillo de café molemos por separado la avena y la soja
gruesos. Luego las tostamos juntas en una sartén antiadherente sin
parar de remover para que no se quemen.
Molemos
también una parte del trigo sarraceno y lo mezclamos con la avena,
la soja, la espelta, las pipas de girasol, la sal y el trigo
sarraceno que no hemos molido. Añadimos
el aceite y el agua y removemos bien hasta obtener una masa blanda y
untable.
Encendemos
el horno a 200°.
Cubrimos
una bandeja de horno con papel de hornear y repartimos la mitad de la
masa en montoncitos, los aplastamos con una cuchara mojada
previamente en agua y lo metemos en el horno precalentado unos 30
minutos hasta que las tortitas estén doradas y crujientes. Hacemos
lo mismo con el resto de la masa (si queréis menos cantidad, podéis
hacer la mitad).
Estas
tortitas salen muy crujientes y hay que tener buenos dientes para
comerlas, pero también podéis hacerlas menos crujientes extendiendo
toda la masa sobre una bandeja de horno y partiéndola luego. Así no
nos quedan bordes y al ser más gruesas quedan menos crujientes. En
este caso debemos dejarlas 50 minutos en el horno.
Y ahora a salir al campo y disfrutarlas, pero atención: ¡¡Mucho cuidado, que crean adicción!! ;-)
Este finde pruebo la versión no tan crujiente de estas galletitas (no sea que me rompa la quijada :D). Y con quesito feta vegano. ¡Ñam, ñam! Gracias por la receta.
ResponderEliminarHola Cris, no te preocupes, que seguro que tienes buenos dientes ;-)
EliminarEspero que te gusten, yo he estado hoy de excursión y lástima de no tener unas cuantas a mano...
Que pases un buen finde :-)