Seguro que conocéis las situación: El día tal se casa tu amig@, tu prim@ o tu compañer@ de trabajo. Y os hacéis la típica pregunta, ¿y ahora qué le regalo?
Lo mismo nos pasa por Navidad, en los cumpleaños o en alguna ocasión de "amigo invisible". Eso de regalar está a la orden del día, pero estáis cansados del libro, la planta o el típico adorno que luego no se sabe dónde poner.
Las tiendas a tope de objetos más o menos útiles y originales, pero no, eso no es lo que quiero regalar.
A mí me encantan los regalos personales y si son de artesanía y self-made (o sea, de fabricación casera) pues tanto mejor. Claro que dan más trabajo, pero i¿y lo bonito que quedan?!, y luego siempre queda en el recuerdo: "esto me lo regaló Rocío".
Bueno, pues precisamente hace poco se me presentó una situación de esas y después de darle muchas vueltas y barajar si regalo un ángel o un carillón, se me ocurrió hacer el regalo yo misma y eché mano del mantel de hojas.
Hacía siglos que no pintaba uno, y ya casi se me había olvidado la trabajera que me dá, pero salen tan bonitos que no me pude resistir a la idea de volver a hacer uno. La "peor parte" vino luego con los dobladillos, pero ese es otro cantar (igracias mamá!, no sé qué hubiera hecho sin tí ☺).
¡Qué bonito! Parece que el otoño se ha quedado en tu mantel ;-)
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